El Sermón del Bufón dejó en El Ejido al mejor Boadella

El Sermón del Bufón dejó en El Ejido al mejor Boadella

El público del 40 Festival de Teatro reencontró con el genuino, magistral y provocador Boadella, que logró dignificar y hacer autocrítica de ese oficio de comediante, titiritero y bufón que ya sido su vida durante más de 50 años.

El Festival de Teatro de El Ejido se vistió el sábado de pura provocación, critica y realidad con el 'Sermón del Bufón' y la magistral actuación de Albert Boadella, que volvió a conquistar a un público entregado desde el principio con un monólogo elocuente a la par que atrevido en el que el maestro de la sátira se representó asimismo para dar sentido a lo que ha hecho durante más de 50 años sobre el escenario.

El maestro Boadella consiguió conquistar al público representando a ese títiritero al que tanto halaga, y tirando de todos aquellos recursos que, a lo largo de su vida, han hecho de Boadella ese director audaz, ácido, culto e inteligente capaz de crear amores y controversias con esa visión cínica de sinceridad rabiosamente crítica e irónica que ha llevado a sus obras en torno a la actualidad social, política y cultural.

Con estos ingredientes no podía fallar la receta del éxito en El Ejido, donde el público disfrutó con ese diálogo consigo mismo entre el 'niño' Albert y el Boadella artista, ávido de esas vendettas del bufón cómicas y satíricas que el dramaturgo repasó durante las casi dos horas que duró su espectáculo en el que, a parte de la palabra, la reflexión y los sermones de ese Boadella desdoblado en su personalidad entremezcló fragmentos audiovisuales de algunos de sus éxitos en solitario, o al frente de Els Joglars: Gabinete Liberman, Vaya Día, Teledeum, La increíble historia del Doctor Floid & Mr. Pla, No-Do, La Torna, Bye Bye Beethoven, Virtuosos de Fontainebleau, Ubu President, El Nacional, Daaalí, Ubu o los últimos días de Pompeya, Semos Europeos, Don Carlo, Omena-G, Amadeu y El Pimiento Verdi.

Sin duda, la mezcla perfecta de un cóctel que dejó ver más allá de los pensamientos del cómico, al titiritero, bufón y dramaturgo.

Así pudimos ver a un Albert reconociendo que rezaba todas las noches el padre nuestro en latín y al artista orgulloso de provocar grandes revueltas con Teledeum, sátira irreverente que en los años ochenta desató las iras de 13 obispos, el debate político y protestas en las calles contra el Els Joglars y recibió 50 amenazas de bomba y de muerte y sufrió los cócteles molotov arrojados contra el montaje de esta obra en Oviedo, el ametrallamiento de la fachada del teatro donde actuaron en Valencia y, quizá, del apuñalamiento de Jaume Collet, uno de sus actores.

Tampoco faltó su análisis, pensamiento y dura critica contra el independentismo catalán que calificó de "intolerable" que nos deja "una Cataluña enferma de paranoia ante un enemigo inexistente" y todas aquellas figuras históricas que lo han elevado, entre ellos Pujol con el que tuvo duras palabras por su proceso judicial. No faltó la sátira contra Dalí, Tapiés o Miró. Y cómo tiene acostumbrado a su público, tampoco, le dio hipo al proclamar que las obras que están en el Reina Sofía son perfectamente prescindibles, incluido el Guernica, de Picasso.

Por tano, como era de esperar, el público del Festival se volvió a reencontrar con el genuino, magistral y provocador Boadella, que logró dignificar y hacer autocrítica de ese oficio de comediante, titiritero y bufón al que ha pertenecido durante más de 50 años.

Precisamente esa larga trayectoria profesional le llevó anoche a recibir su merecido homenaje en El Ejido con esa butaca de honor que ya lleva su nombre en el Auditorio de esta ciudad que tantas veces lo ha acogido dentro de su Festival. Con el público puesto en pie y acompañado de la concejala de Cultura, Julia Ibáñez, Albert Boadella descubrió en la fila 14 esa‘butaca de honor’ que, desde ayer, lleva su nombre.