Saavedra, la asociación que nació del coraje de una madre

Saavedra, la asociación que nació del coraje de una madre

Ana Úbeda puso en marcha un centro de apoyo integral a menores con discapacidad con la intención de ayudar a otras familias que, como la suya, quieren proporcionar el mayor bienestar a sus allegados
La historia de Ana Úbeda es una historia de superación. Es la historia de una madre que buscó por sí misma las respuestas que le negaron cuando conoció que su primer hijo sufría una discapacidad. El niño, Nico, tenía ya un año y medio cuando en una consulta de Neurología, casi de pasada, el especialista le mencionó esas dos palabras que hasta entonces nadie había pronunciado: parálisis cerebral. Tras derrumbarse y llorar, mucho, llegó el momento de venirse arriba, estudiar e indagar cómo darle a Nico una vida lo más parecida a lo que cualquier madre desea para su hijo.

Hasta entonces, en las abundantes consultas médicas a las que había acudido Ana, vecina del barrio ejidense de San Agustín, solo se habían atrevido a decirle que su hijo “iba más lento en el desarrollo”. Tras conocer la dura realidad, Ana cogió libros que nada tenían que ver con su profesión de peluquera y convirtió sus traslados en ambulancia hasta el hospital de Torrecárdenas en su rutina. En estas visitas conoció a más madres preocupadas como ella en darle una mejor calidad de vida a sus hijos. De esta forma, ante la insistencia médica en dar de alta a Nico con solo cuatro años y animada por esas madres que seguían el camino que Ana había abierto, puso en marcha la asociación Saavedra y su centro de rehabilitación en el barrio de San Agustín.

Ayuda a otras familias
Hoy Nico tiene 24 años y el reto personal que supuso para Ana cuidar de él fue el fuego que prendió la mecha de una asociación que, a día de hoy, continúa prestando apoyo y ayuda a otras familias con menores con discapacidad. Actualmente, en la sede prestan servicios de psicología y logopedia, además de estar acreditados como centro de formación para el empleo. Ana Úbeda señala que en la asociación Saavedra “todos somos como una familia” y la atención a los usuarios “es mucho más cercana que en cualquier otra gran institución”.
 
Es cierto que la escasez de ayudas y la falta de usuarios han ido mermando la actividad de la asociación Saavedra pero, aún así, Ana Úbeda contempla la esperanza de, en unos meses, poder poner marcha un programa que permita atender a usuarios en horario matinal. De esta forma, además de prestar un servicio a esos menores con discapacidad, “ofreceríamos un tiempo libre a sus cuidadores”.
No en vano, Ana sabe bien de la entrega total que requiere el cuidado de personas con necesidades tan complejas. Lo ha vivido en su propia piel y lo sigue viviendo con coraje y valentía, a pesar de las duras circunstancias personales por las que también atraviesa. Así, con el ánimo de ofrecer un mejor servicio a los usuarios y a su propio hijo, en los últimos años, ha culminado la carrera de Trabajo Social y se ha graduado también como auxiliar de enfermería. 

En este tiempo se ha aferrado a los libros y los estudios como la principal tabla de salvación para su propia situación personal pero, sobre todo, para “mejorar la calidad del servicio” a la decena de usuarios que hay actualmente en el centro. Ana reconoce, no sin emocionarse, que cuando comenzó la carrera no podría borrar de su mente la idea de que sus compañeros eran de la edad de su hijo quien, evidentemente debido a su situación, no podía estar allí compartiendo clase. Quien sí ha seguido sus pasos en Trabajo Social es su hija menor, que espera poder graduarse en no mucho tiempo.

Retos
La vida no se lo ha puesto fácil a Ana, a sus hijos y a la propia asociación que dirige y en la que, desde hace casi un año, ejerce sus tareas desde el voluntariado. Sin embargo, esta mujer dice sentirse reconfortada con el apoyo que le han mostrado sus amigos, los profesionales que han pasado por Saavedra, además de los padres y madres de los usuarios del centro, quienes también son parte de esta familia que no se elige, sino que han llegado  a su vida porque Nico nació así, cargado de necesidades y de atención pero también despertando un amor con el que Ana quiere contagiar a aquellas familias que se enfrentan a las dificultades a las que ella se enfrentó hace más de 20 años.


Almudena Fernández