"Dedico el tiempo libre a estar con mi mujer, es mi niña bonita"


Esta semana D-Cerca ha entrevistado a Salvador Salazar Gaitán de 89 años, vecino de Balerma que afirma sentirse muy orgulloso de su pueblo y quien nos ha contado su historia
P. - Desde el año 1929 le ha dado tiempo a vivir en muchos lugares del Poniente, ¿ha residido en alguno más aparte de en Balerma? 
R. - Desde que nací vivo en Balerma, aquí he hecho muchas migas y potajes. Nunca me ha llamado la atención mudarme a otro sitio, soy muy patriótico y me encanta mi pueblo, su gente y cómo se vive en él, he sido y soy muy feliz.  
 
P. - ¿Cuál ha sido el trabajo que más le ha gustado de los que ha realizado a lo largo de su vida? 
R. - La mayor parte del tiempo lo he dedicado a la carretera ya que fui camionero durante muchos años. Otra de las profesiones que he probado ha sido la agricultura y también fui durante 30 años conductor de autobús. De todos me quedo con la profesión de camionero, siempre me ha encantado la carretera. Ser chofer de autobús nunca fue de mi agrado ya que la gente siempre tenía algo por lo que quejarse y las formas no me parecían las correctas. Si iba muy despacio me reprochaban que iba ‘pisando huevos’ y no llegaríamos nunca y, si iba más deprisa, me preguntaban que si estaba de ‘picailla’ con otro coche. Siempre tenían un motivo por el que quejarse y a veces era difícil aguantarlos. 
 
P. - La profesión de camionero lo haría estar viajando constantemente, ¿le gustaba conocer nuevos lugares?  
R. - El camión me ha hecho viajar a cientos de lugares, no solo de España, sino también de Europa entera. Eran viajes largos e iba de una ciudad a otro sin tiempo de parame a hacer turismo y conocerlas. Mi vida era la carretera, vivía del mercado a las fábricas. Solo podía disfrutar algo de las ciudades cuando tenía que hacer noche en ellas y aprovechaba para salir de ‘marcha’ con algunos amigos, pero, como he dicho, sin tiempo de hacer mucho turismo.
 
P. - Después de estar viajando durante tanto tiempo ¿se adaptó bien a la vida de jubilado?  
R.- Me apasionaba mi trabajo y estar viajando de un lugar a otro, pero a los 65 años no tuve otro remedio que jubilarme, si hubiese dependido de mí seguido trabajando unos años más en la carretera, pero no me quedó otro remedio. 
 
P. - A lo largo de su vida España ha pasado por diferentes etapas ¿encuentra mucha diferencia de la vida que vivían antes a la que viven ahora?  
R. - Aunque suene raro la vida que viví en mi época de juventud era mucho mejor que la que estoy viviendo ahora. Antes todo era más sano, las personas sobre todo éramos más humanas. Hoy la humanidad brilla por su ausencia y lo que encontramos es gente envidiosa y rastrera. Cuando me dedicaba a conducir autobuses, tuve que ir al norte a recoger un coche de viajeros y, de camino, pasé por Madrid, en uno de los lugares que frecuentaba cuando era más joven. La encargada me contó cómo habían cambiado las cosas,  llegando al punto de tener que ponerle candados a las lámparas del baño para que no se las llevasen, hasta las toallas les quitaban. Se han perdido las buenas costumbres, antes nos reuníamos todos a la mesa para comer, no había tanta comida como ahora, ni en variedad ni en cantidad, y el primer plato de comida que salía era para los abuelos, ahora eso es muy difícil de ver, se ha perdido el respeto por los mayores.  
 
P. - ¿Cree que la forma de divertirse de la juventud ha dado un gran cambio?
R.- Hay cosas que siguen manteniéndose y otras que se han perdido y ahora son sustituidas por otras actividades. Por ejemplo, a nosotros nos encantaba irnos de bailes, pero no de la misma manera que ahora. Entonces no consumíamos ni alcohol ni drogas y ahora parece que cuesta salir sin tener alguna de esas cosas. También nos gustabajugar por las noches, como por ejemplo al juego del ‘birloche’, que consistía en asignar una pareja con la que debías casarse y qué regalo tenía que hacerle, eran cosas muy sanos. Y para colmo están los móviles, cuando me asomo por la ventana siempre veo los bancos llenos de jóvenes mirando sus teléfonos y sin dirigirse la palabra. No entiendo cómo pueden pasarse las horas muertas pegados a una pantalla.  
 
P. - Antes era obligatorio hacer la ‘mili’, ¿cómo fue su experiencia? ¿Cree que deberían volver a ponerla obligatoria? 
R. - La ‘mili’ es algo que teníamos y que valía mucho la pena. En ella aprendías a ser un hombre, te hacías responsable y adulto. Te enseñaba a valorar a los padres, a las cosas que tenías en casa, al pueblo en general y a los amigos, aunque es cierto que en ella se conoce a mucha gente con la que se acababa haciendo una buena amistad.  Creo que a la juventud de hoy le vendría muy bien pasar por esta experiencia porque, como he explicado, es muy reconfortante y ayuda a muchos aspectos de la vida. Es cierto que hay niños que van y se vuelven ‘golfos’, las malas juntas traen todo lo malo.  
 
P. - Respecto a su vida personal, ¿está usted casado? 
R. - Sí, llevo casado 60 años con una mujer maravillosa. La conocí una noche de San Antonio, iba a bañarme con mis amigos a la playa y ella estaba sentada en un banco con unas niñas, entonces me vio y fue ella la que se fijó primero en mí. Al final nos enamoramos y ahora tenemos unos hijos preciosos que nos han dado nietos y estos bisnietos, estoy muy satisfecho de la familia que hemos formado. Uno de mis hijos sigue mi profesión de camionero, es al que menos veo porque tiene que estar viajando constantemente pero le apasiona este trabajo. 
 
P. - Me ha contado cómo se divertía en su juventud y, ahora, ¿qué le gusta hacer en su tiempo libre? 
R. - A día de hoy dedico todo mi tiempo a mi mujer, necesita mucha atención y cuidados y no me separo de ella en todo el día. Solo salgo a pasear cuando vienen mis hijas o una de las mujeres que la cuidan, pero no me gusta dejarla sola, estoy muy pendiente de ella, es mi niña bonita. 
 
P. - ¿Por qué cree que fallan tanto las relaciones de hoy? 
R. - La verdad que no tengo ni idea, pero lo que tengo claro es que si algo no funciona lo mejor es separarse y no dar a los hijos un mal ejemplo con peleas y malos modos. Antes de llegar al matrimonio deberían de conocerse bien y, sobre todo, ser fieles.