Francisco Manuel Domínguez, en representación del Superior del Santuario, recibió a los peregrinos a quienes explicó la labor que se realiza desde la custodia de Tierra Santa por los franciscanos, la difícil situación en que se encuentran los cada vez menos cristianos que allí viven y la importancia que se conozca esta situación y se ayude a los que quedan.
Agradeció también a la Hermandad del Padre Rubio su sensibilidad hacia la Tierra de Jesús y especialmente con los cristianos de Belén, donde la pobreza y carencias son más patentes.
También como gracia excepcional, los hermanos franciscanos entregaron a los representantes de la hermandad una reliquia de un trozo de roca de la Gruta de la Natividad de Belén con su certificado de autenticidad, para que quede custodiada en la Capilla de San Jose Maria Rubio.
Don Tomás Cano, sacerdote a cargo de la peregrinación, agradecio a Francisco Manuel las concesiones a la Hermandad del Padre Rubio, recordando la obra de este santo almeriense nacido en Dalías y que desarrolló su vida pastoral como sacerdote diocesano y jesuita después en Madrid y las bellas palabras del Santo de la peregrinación que el realizó a Tierra Santa en 1904, cuando se postró en tierra para besar la estrella de la Gruta de la Natividad.