“He trabajado para un total de 14 notarios de los que aprendí mucho”

“He trabajado para un total de 14 notarios de los que aprendí mucho”

Antonio Sánchez Mejías ha trabajado durante 42 años como copista en la Notaría de El Ejido. A lo largo de todo este tiempo ha tenido la oportunidad de trabajar para 14 notarios. En esta entrevista, cuenta a D-Cerca su experiencia no solo profesional, sino también personal con numerosas vivencias.
Pregunta.- ¿Dónde nació y pasó sus primeros años de la infancia?
Respuesta.- Nací en Dalías, concretamente en el núcleo de población de Celín, en lo que hoy es conocido por “El Molino”, propiedad que perteneció a mis antepasados, un miércoles 15 de noviembre de 1950. Pasé parte de mi infancia allí entre saltos de agua y molienda de harinas, teniendo enfrente como vista espectacular a la conocida como “ermita de los Dolores”, antiguos restos mozárabes del enclave de Alhizar y otros conocidos como los baños de la reina o baños árabes. Rodeado por semejante espectáculo natural, podréis imaginaros lo que fue mi primera infancia. Acudía a la escuela de preescolar ubicada en una de las sacristías de la Iglesia de San Miguel. Años después pasé a la escuela de párvulos, en la   plazoleta de la fuente. Ya en edad escolar mis padres se trasladaron a otra vivienda molino sita en la carretera que va de Dalías a Berja conocida por “El molino de la carretera”. 
 
P.-  ¿Allí comenzó en un nuevo centro escolar?
R.-  Empecé mi enseñanza primaria en el grupo escolar ‘Luis Vives’, por lo que mis primeros amigos los hice tanto en el  entorno de mi nuevo domicilio, como los propios del colegio donde empezaba. Este cambio supuso para mí un nuevo atractivo como niño, pues al estar mi casa tan distanciada del núcleo urbano, aprovechaba para quedarme algunos días en la casa de algún familiar y así disfrutar y prolongar más tiempo la estancia con mis nuevos amigos. Llegué a formar parte de una gran pandilla de amigos/as de los cuales hoy en día aún conservo la amistad de algunos de ellos.
 
P.-  ¿Qué recuerda de ese grupo de amigos y de sus pasatiempos?
R-. Recuerdo los cuentos que sentados en la acera nos contaba un vecino de la calle Santo Cristo, apodado y conocido como Antonio “El valiente”. Recuerdo uno que empezaba cada verano y que llegó a tardar varios años en contarlo, reanudándolo de nuevo en el verano siguiente; nos entreteníamos con los juegos propios de la época destacando querer imitar o reproducir las distintas procesiones y fiestas locales,  hoy día algunas de ellas ya extintas. No pasaba desapercibido este comportamiento, por lo que algunas personas vinculadas con la vida religiosa y en coordinación con el que entonces fuera cura párroco de Dalías, don Francisco Rodríguez Casas, consiguieron reunir a un grupo de cuatro o cinco chicos para que iniciaran los estudios preparatorios para la vida sacerdotal, haciéndonos ingresar en el internado del seminario menor de “San Tarsicio”,  en Cuevas del Almanzora  allá por el año 1962. Una vez superadas las pruebas de ingreso, primero me trasladaron al seminario diocesano menor de “La Inmaculada” donde continué con el segundo y tercer año de bachiller, permaneciendo en éste hasta el año 1968, cuando se interrumpieron mis estudios con la excusa de falta de recursos económicos.
 
P.-  ¿Qué hizo al salir del seminario?
R.-  Como cualquier persona que se precie, mi intención era poder encontrar algún trabajo digno y que además me gustara. Mientras esto sucedía trabajé en casi todas las labores propias de un pueblo agrícola relacionados por esas fechas con la producción, recolección y manipulación de la uva, llamada “del barco”  o la variedad Ohanes, bien en la época de engarpe, en la llamada y conocida faena que era donde se preparaba la uva para su exportación mayoritariamente en barco,  de ahí su nombre, o en la recolección de almendra. Surgiéndome entre tanto en ese periodo de tiempo la posibilidad de llevar la contabilidad de una pequeña empresa. Por aquellos entonces se impartieron en el salón parroquial, el cual acogía diversas actividades, unos cursos llamados del PPO (promoción profesional obrera), aprovechando para matricularme y así obtener el título de instalador eléctrico. 
 
P.-  ¿Ha vivido fuera de la provincia?
R.-  En el verano de 1970 nos visitaron unos familiares que vivían en Barcelona y animado por estos, al terminar sus vacaciones me fui con ellos, más por motivos de curiosidad  que por motivos de necesidad económica. Tuve la suerte al poco tiempo de estar por allí de encontrar trabajo en una empresa de industria metalúrgica, que fue con la que me mantuve todo el tiempo que estuve por esas tierras. Incluso desde allí viajé a Sevilla para presentarme a unas oposiciones del Banco de Andalucía que no conseguí. Conocí e hice varios grandes amigos, junto con ellos nos hicimos sanitarios de la Cruz Roja, concretamente en la compañía que operaba en la playa siendo su acometido el de primeros auxilios y salvamento de náufragos. 
 
P.-  ¿Cuándo volvió a Dalías?
R.-  A principios de los 70 y una vez terminado el servicio militar. En esa época, mis queridos padres compraron una finca cerca de mi casa y cuando fuimos a hacer la escritura le comenté al señor notario que si no hubiera sido porque tenía que hacer la mili ya habría estado trabajando en la Notaría como así me dijo el notario de entonces Don Alfredo Batlles Rodríguez, por lo que le di a entender mi interés por ese trabajo y la necesidad que tenía de obtenerlo. Sin mucho más que decir, este me invitó a que me pasara por el despacho (la Notaría) y probar a ver si me gustaba el trabajo, esto fue en septiembre de 1973, con el entonces Notario Don Joaquín Rodríguez  Rodríguez,  que en paz descanse.
 
P.-  ¿Qué fue lo más duro de esa época?
R.- El 19 de julio de 1974 falleció en Granada  mi querida madre con cuarenta y ocho años de edad, quedándonos tres hombres solos en casa, (mi padre y hermano menor que yo), ¡se me hundió el mundo! Concretamente ese mismo año se consiguió, por primera vez en Dalías, la celebración de los Festivales de España, y junto con otros amigos, nos comprometimos con el área de Cultura del Ayuntamiento para constituir una comisión organizadora de tan grandes, magníficos e irrepetibles eventos que palió con creces, junto con el apoyo de estos, la pena, el desconsuelo y la amargura de mi reciente pérdida.
 
P.- ¿Se casó y tuvo hijos?
R.- Sí. El 3 de diciembre de 1977 contraje matrimonio con la que hoy es mi distinguida esposa Rosa María García Abia,  de origen manchego, concretamente de Albacete capital,  extraordinaria mujer y mejor esposa y madre,  que por esas fechas pululaba por mi pueblo con amigos comunes. Del fruto de este matrimonio tenemos dos hijas llamadas Ana y Elena, habiéndonos dado ya, la primera, dos nietas llamadas Maija y Emma. A raíz de tal acontecimiento me trasladé a vivir y a trabajar en la notaría de El Ejido,  algo que no me impidió seguir conservando mis amistades de niño y adolescente.
 
P.-  A pesar de vivir en El Ejido siguió muy ligado a la vida social de Dalías...
R.- En el año 1984 formé parte, junto con otros amigos, de la directiva del Casino de Dalías,  por segunda ocasión, siendo elegido por la asamblea para el cargo de secretario, colaborando con mi entusiasta dedicación para el buen funcionamiento del centro, aportando nuevas e innovadoras ideas y reformas como, por ejemplo, la inauguración de la piscina y el bar restaurante, así como la continuidad de los certámenes de pintores indalianos. Por último, formé parte del Consejo de Vigilancia. 
 
P.-  ¿En qué año se jubiló?
R.-  Me jubilé a finales de noviembre de 2015 (con el notario Don Alfonso Rodríguez, con el que trabajé cerca de dos décadas) en el mismo trabajo que aquel día comencé en plan de prueba, pero que duró la friolera de cuarenta y dos años. Tengo que decir que he trabajado en lo que me ha gustado,  que no era un trabajo rutinario aunque así lo pareciera, cada día te planteaba un nuevo y distinto problema a solucionar, por lo que he estado aprendiendo hasta el último día que dejé el despacho. Me ha permitido llevar una vida digna y muy agradable,  ayudándome a conformar una extraordinaria familia y satisfacer los pequeños deseos y placeres a mi alcance. También he conocido gente de toda índole y condición, así como que he trabajado a lo largo de mi vida laboral para un total de catorce notarios de los que también conservo los mejores y  buenos recuerdos de cada uno de ellos, agradeciéndoles desde aquí la confianza depositada en mi persona. Sería injusto si no agradeciera a muchísimos clientes,  hoy amigos, que espero se den por aludidos,  a los que he conocido por mi trabajo, por su acogida, respeto y educación demostrada hacia mí en el trato recibido.
 
P.-  ¿Qué espera de los próximos años?
R.-  Ojalá que como ciudadano que soy y así me considero de este gran pueblo,  la vida me permita poder seguir disfrutando por muchos años de toda la variedad y en todos los aspectos y sentidos que hoy te ofrece esta acogedora y variopinta tierra. Me siento orgulloso de haber podido contribuir  en el transcurso de mi vida y con el trabajo de mi humilde profesión a poner ese granito de arena que hace que hoy este pueblo sea observado, mirado, admirado y reconocido no solo en el ámbito nacional sino que como he podido comprobar,   traspasando todas las fronteras. Por todo ello y de forma amplia y extensiva sin exclusión alguna gracias a todos.


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