La muerte de Natalia el 13
de septiembre de 2014,
pastelera de origen ruso
que trabajaba en la panadería
de la calle La Rosa de El Ejido,
estremeció a todos los vecinos y
fue uno de esos asesinatos que nadie
se explica por tratarse de una
persona casi anónima que solo le
daba notoriedad el hecho de atender
a sus clientes en este establecimiento.
El “error” de Natalia fue
intentar ayudar a Loreta, una amiga
lituana con la que compartía
horas de café y largas tertulias.
Natalia dejaba a Loreta que
guardara sus cosas personales en
un armario que había en la pastelería
porque la lituana vivía con su
pareja, Viktoras, en un coche tras
haberse quedado sin vivienda en
Almerimar.
Las dos amigas se conocían
porque Natalia había sido novia de
un hermano de Viktoras años atrás,
iban a emprender un negocio juntas
por lo que Natalia tenía algo
más de 650 euros que le había
dado Loreta para dicho objetivo.
La nueva situación de la lituana
provocó diferencias en una relación
que hasta el momento había
sido más o menos correcta hasta
que el 13 de septiembre, Loreta, en
compañía de su pareja, Viktoras,
acudió al establecimiento para
acabar con la vida de Natalia y
arrebatarle el ordenador, el teléfono,
dinero en efectivo y la recaudación
de la caja.
La asesina, ya no es presunta,
este mes de julio ha sido condenada
por la última instancia posible
en España, el Tribunal Supremo,
huyó con Viktoras a Lituania donde
estuvo escondida nada menos
que cinco años. Las autoridades de
aquel país atendieron con suma
efectividad la orden europea de
busca y captura de esta mujer y
terminó en manos de la Justicia española.
Su pareja no ha podido ser
juzgado porque en el momento de
la detención de Lorena, Viktoras
estaba ya fallecido.
A principios de julio, el Tribunal
Supremo ha puesto fin a esta
historia confirmando la pena de 17
años y 6 meses para la asesina de
la pastelera de la panadería de la
calle La Rosa de El Ejido.
Sus amigas respiran aliviadas
al conocer que finalmente se ha
hecho justicia con un homicidio
que levantó iras, sospecha, intranquilidad,
rabia y miedo entre los
vecinos del municipio y muy especialmente
entre la comunidad rusa.
La desdicha de Natalia fue intentar
ayudar a una amiga cuyos
valores humanos brillaban por su
ausencia y no supo entender que se
llegaba más lejos agradeciendo los
favores y correspondiendo a tu benefactor
que no matándolo.
Natalia sigue apareciendo hoy
en redes sociales y su última actualización
se produjo ese fatídico
13 de septiembre de 2014.
Ella no está y la Justicia sigue
su curso.
José Antonio Gutiérrez Escobar.