La calle Jesús Alférez de Santa María del Águila se ha convertido en un circuito de velocidad. Precisamente aquí está el colegio Andalucía y es por ello una vía frecuentada por muchos niños.
No obstante, las mayores y más peligrosas exhibiciones se producen
durante los fines de semana donde jóvenes con vehículos de gran cilindrada y
alta gama hacen rugir los motores de los coches dejando marcado el asfalto con
las gomas en la carretera.
Los vecinos ya han denunciado estos hechos a la Policía Local y al
propio Ayuntamiento, pero es evidente que las medidas, si las han tomado, no
están dando el resultado deseado. Con las modificaciones del Código de la
Circulación la velocidad a la que van muchos de los vehículos que dejan
marcadas sus ruedas en la calzada sería sancionada, pero no es así. Los vecinos
temen una desgracia de mayores dimensiones y no solo daños materiales, sino
también la posibilidad de que se produzcan atropellos y heridos.
No entiendo muy bien para qué se hacen campañas de concienciación
pidiendo a la ciudadanía que colaboren con las Fuerzas del Orden, en hechos
como el del pasado domingo en el que un coche a gran velocidad destrozó a otros
vehículos y contenedores de basura en la vía que citamos. Si se hubieran puesto
las medidas oportunas hoy no estaríamos lamentando que dos vecinos de Santa
María del Águila tendrán que arreglar sus coches, uno de ellos seriamente
dañado, porque otro que circulaba mal los ha destrozado.
No queda ahí la cosa, no es solo un siniestro más, en toda la calle
existe la indignación y el sentimiento de abandono por parte de las autoridades
que son incapaces de controlar a unos ‘desaprensivos’ que tienen en su poder
vehículos de gran cilindrada, que usados sin control son peor que un arma de
fuego.
Existen cientos de posibilidades para controlar este tipo de
comportamientos, lo preciso es tener voluntad de atajar estos actos
irresponsables que van a mas sin que los infractores sientan el más mínimo
respeto por nada. No se sienten vigilados y se despreocupan de las
consecuencias. Al final pagan justos por pecadores porque las consecuencias no
son solo para quienes actúan deliberadamente de forma inconsciente.
A veces, esa frase hecha que escuchamos a mucha gente en la calle “es
que no hay orden ni control ninguno” vamos tener que creérnosla. La calle Jesús
Alférez es tristemente famosa por los actos vandálicos, los acontecimientos de este tipo y por las
carreras de coches que no dejan un rastro de desperfectos. Los vecinos de Santa
María del Águila no se acostumbran a ver pasar vehículos a alta velocidad cerca
de niños y personas mayores que transitan la calle relajadamente.
Lo dejo por escrito porque seguro que tendremos que volver a hablar de
este asunto en los próximos meses. Espero equivocarme.