Desahuciada en su velatorio

Desahuciada en su velatorio

Los familiares de Rosario Casanova descubrieron que el Ayuntamiento de Dalías precintó su casa mientras estaban en el tanatorio

El pasado martes, 22 de marzo, a las 03:00 horas de la madrugada, moría María Rosario Casanova, vecina de Dalías, a la avanzada edad de 96 años.      

Su numerosa familia se reunió para velar su cuerpo en el tanatorio municipal. A las pocas horas decidieron acercarse a la casa de la fallecida, para encontrarse una desagradable sorpresa: la puerta prinicpal había sido acordonada por el Ayuntamiento.      

“¿Por qué hicieron eso?”, se pregunta Nazaret Fernández, nieta de la fallecida, en declaraciones para D-CERCA. La vivienda que ocupaba su abuela es un bien de propiedad municipal que, a finales de los años 50, el Ayuntamiento cedió a su marido, Francisco Fernández, antiguo guardia municipal ya fallecido, a condición de que, mientras estuviera ocupada por algún descendiente directo, seguiría siendo de la familia. Fernández también reformó la vivienda para su familia.        

“No es que queramos nada, pero nos sentimos muy mal por lo que nos hicieron”, explica María Josefa Fernández, hija de la fallecida, “no se hacen así las cosas, podrían haber hablado con nosotros antes”. Tras este descubrimiento, Nazaret se personó en el Ayuntamiento, donde pudo reunirse con Francisco Gómez, concejal de Servicios Sociales y la secretaria del Consistorio, quienes le explicaron la situación y que solo podría entrar en la vivienda acompañada por agentes locales. Estos acontecimientos le provocaron una crisis de ansiedad en el Consistorio.      

Nazaret también consiguió hablar con el alcalde, Francisco Giménez, quien, asegura, la acusó de “okupar” una vivienda pública, de “no tener conciencia” y le advirtió que no contara nada “en las redes sociales”.      

Cuestionado sobre este asunto, Giménez rechaza tajantemente estas acusaciones, asegurando que “esta persona habló conmigo en un par de ocasiones y yo la atendí correctamente, no tengo nada que esconder”.    

Las llamadas continuaron. Al rededor de las 19:00 horas de esa tarde, el edil de Servicios Sociales volvió a contactar con ella para interesarse por su estado de salud, y para comunicarle que también habían precintado la puerta de atrás de la vivienda de su abuela.        


La respuesta oficial    

El primer edil daliense asegura que “en el momento en el que el Ayuntamiento se entera de que fallece la ocupante de esta vivienda, lo que se hace es proteger ese inmueble y los bienes que hay en él para evitar que alguien pueda sustraerlos”. “Si eso ocurriera·, explica Giménez, “sería responsabilidad del Consistorio, que solo ha actuado a favor de los bienes de la difunta y de sus herederos”.    

“¿Queréis la casa? Hacedlo de otra manera, esperad a que entierren a esa mujer, a que la familia descanse”, parece responderle María Josefa. “¿Qué hicieron esa noche? ¿No dormir, esperando a que muriera?”, se pregunta Nazaret. “Yo entiendo que estéticamente no es bonito”, explica Giménez, “pero la familia debe entender que se hace por su bien”.      

Sin embargo, lo que sienten algunos de los miembros de esta familia es que se les ha tratado “como criminales”. “Tenía mucho dolor de estar velándola y ver precintada su casa”, recuerda Nazaret. Mientras, su prima, Natalia García, explica que esa casa, lo único que tiene, “son recuerdos, vidas”. “Allí hemos reído, hemos llorado”, prosigue, “y ahora tenemos que entrar escoltados”.


Francisco Lirola