Mediterrània Consort navega por las ornamentadas aguas de Haendel en una noche de virtuosismo excelso

Mediterrània Consort navega por las ornamentadas aguas de Haendel en una noche de virtuosismo excelso

La propuesta elegida por el músico valenciano David Antich para Mare Musicum ha sido un compendio de sonatas para flautas de pico y bajo continuo que puso en pie al público del festival durante varios minutos de aplausos.

El Festival de Música Antigua de Roquetas de Mar, «Mare Musicum», ya divisa en el horizonte su llegada a puerto para poner fin a una travesía de excelentes conciertos que han encendido el ánimo de los asistentes de cada una de las veladas celebradas en el Castillo de Santa Ana. Pero antes de echar el ancla y fondear en la bahía, este festival ha surcado a través de las ornamentadas aguas que ofreció Mediterrània Consort en su concierto de anoche.

La formación dirigida por el flautista valenciano David Antich, acompañado por Ignasi Jordà al órgano y clave, Juan Carlos de Mulder al archilaúd y Leonardo Luckert al violonchelo barroco dejó sobre las tablas de «Mare Musicum», una interpretación sobre la integral de las sonatas de flauta de pico de Haendel: un compendio de seis sonatas del genio operístico alemán, escritas entre 1717 y 1724, en plena etapa de madurez como compositor, cuando Haendel ya residía en Londres. Con este trabajo, el autor llevaría hasta la corte inglesa exquisitos sonidos cargados de influencia musical italiana. Esta fue la visión de Haendel, y David Antich, quiso darle un plus de mediterraneidad a sus sonatas, inspirándose en los sonidos del mar que le vio nacer y cuyo carácter propio, se ha grabado en letras de oro en esta interpretación, tanto él como sus compañeros.

Con estas sonatas, la flauta de pico alcanza una dimensión desconocida, pasando de un instrumento que coloreaba escenas pastoriles o espirituales, a convertirse en una voz operística, propiamente dicha. En los ágiles dedos de David Antich, esta asimilación, adquiere vida propia a base de imposibles y bellísimos ornamentos improvisados que fluyen veloces sobre la melodía como las Lágrimas de San Lorenzo en las noches de verano. Todo el virtuosismo de Antich fue sostenido con robustez por el bajo continuo de Ignasi Jordà, el excelente trabajo de este teclista consagrado que soportaba la melodía, como el titán Atlas aguantaba la bóveda celeste.

El concierto estuvo marcado por múltiples colores que, David Antich conseguía utilizando 4 tipos de flautas de pico, de misma afinación, pero de diferente madera, lo que confería a las sonatas unos matices de sonido rústico, cristalino, meloso, brillante, oscuro o puro. Esta paleta de colores se completó con la magnífica interpretación de Juan Carlos de Mulder con el archilaúd, al que imprimió un carácter firme y fiero a cada ataque de acorde y destilando momentos de máxima belleza en el preludio para archilaúd. Asimismo, aunque en este tipo de conciertos las miradas puedan recaer sobre la ornamentación del instrumento solista, fue Leonardo Luckert una figura que brillaba con luz propia, y que son los remos que mueven el navío de Mediterrània Consort, pues no sólo creaba en el chelo de manera sobresaliente la estructura sobre la que se erguirían el grupo y las sonatas, sino que la vivacidad de sus ornamentos pudieron rivalizar con los de Antich, en un vibrante discurso que enloqueció al público al finalizar la función.

El Mediterráneo puede tener jornadas de calma chicha, o de mar embravecida, y Mediterrània Consort y las sonatas de Haendel no estuvieron exentos de estos cambios abruptos que requieren manos hábiles para su gobernación. En una hilarante descarga de escalas descendentes que se sucedían como rayos, el tercer movimiento de la Sonata en Re menor, HWV 367 A, con el inusual nombre de ‘furioso’, hacía su entrada como una tormenta enviada por Poseidón para poner a prueba a los músicos, como si de héroes legendarios se refiriese. Mediterrània Consort puso al público en pie al concluir la sonata. Velocidad, ornamentación, precisión, sonido y atrevimiento. Todo puesto en las manos de unos intérpretes que demostraron que los reales fuegos artificiales, no sólo son una bella obra de Haendel, sino un carácter descarado y tenaz con denominación de origen. El Mediterráneo.