Mentiras de los bares o de las redes sociales, ¿qué es peor?

Mentiras de los bares o de las redes sociales, ¿qué es peor?

No sé qué son más peligrosas: las mentiras de los bares o las de las redes sociales donde “expertos en todo” aportan soluciones a los miles problemas que nos surgen en la vida

Hay quienes asimilan las cosas que aparecen en Internet con las noticias de medios de comunicación debidamente constituidos y con el respaldo de empresas que se responsabilizan de cuantas cosas publican como noticias veraces.

Lo peor no es que estas mentiras se difunden fácilmente; lo más negativo es la cantidad de gente que termina creyéndoselas. Esta situación de falsedad crea un clima de debate falso en la sociedad que termina con la frustración de quienes han estado creyendo verdaderas tonterías durante tiempo y solo un fracaso le hace ver tal circunstancia.

No es fácilmente entendible que en el mundo actual, que hay un alta saturación de información gracias a Internet, no seamos más selectivos con todo aquello que nos llega. Hay muchas personas que te exponen determinados temas por el simple hecho de haberlos leído en redes sociales o porque los dice alguien que asegura ser un comunicador sin acreditar su condición de ninguna forma. Por otra parte, están los “aventureros” de ser periodistas de la realidad que les rodea sin contrastar absolutamente nada de lo que perciben como noticia. Luego nos encontramos con muertos que siguen vivos, accidentes figurados, empresas que quiebran y siguen abiertas y políticos dimitidos o cesados que continúan por muchos años en sus puestos.

Es posible que nos guste más una mentira si es más llamativa que la propia verdad, pero esa falta de honestidad con nosotros mismos nos perjudica, nos desubica y nos descoloca en un entorno cada vez más agresivo y cargado de información que tenemos que filtrar si realmente queremos vivir la vida con intensidad y con las emociones más apropiadas a nuestro estilo y forma de ser.

Hay un dato significativo que nos hace diferentes a los que vivimos en comunidades pequeñas como son los pueblos. En las grandes ciudades lo rumores a pie de calle o propios de los bares no tienen consistencia. Es posible que quien otorgue credibilidad a determinados rumores, sea la propia persona que los emite, no obstante, en las grandes ciudades es más complejo tener un conocimiento estrecho de quienes son nuestros vecinos. Así las cosas, dicho esto, en las grandes urbes el efecto de redes sociales y la información de Internet en general provoca el mismo efecto, no hay diferencia con las pequeñas comunidades locales.

Llegados a este punto, creo bajo mi punto de vista que para ser un poco más libres y dar un sentido más lógico a cuanto nos acontece en el día a día, deberíamos ser un poco más selectivos con las informaciones que nos llegan a pie de calle y por ese aluvión de información que supone Internet. Dar credibilidad a cualquier cosa puede que nos arruine el día y nos genere una infelicidad que realmente no la necesitamos y no la merecemos.

Por otra parte, a aquellos que se dedican a difundir tanta noticia falsa, aunque ahora sale gratis en su conciencia lo llevan porque se trata de un comportamiento que los demás terminarán juzgando. La mentira, tarde o temprano, termina desvaneciéndose y queda al descubierto para desdicha de quienes la usaron.

Con todo esto, cuidado con el ‘rum-rum’ de la calle y ‘los fantásticos’ de redes sociales e Internet, solo nos confunden.



José Antonio Gutiérrez