Se
esperan unos días pasados por agua para desgracia de los cofrades, penitentes,
turistas y el sector hostelero.
Nunca
llueve a gusto de todos, el dicho está cargado de significado, pero tenemos que
reconocer que la lluvia nos hacía mucha falta. Es cierto que entorpece, pero
eso no quita que nos trae enormes beneficios después del año tan siniestro en
lo climatológico que estamos viviendo.
Las
lluvias de la noche del domingo y el lunes han devuelto el espectáculo del
chapoteo y los charcos a las calles de núcleos como El Ejido, poco preparado
para las precipitaciones torrenciales. Está haciendo peligrar las procesiones
previstas para Semana Santa y alguno que venía buscando playa, lo mismo ha
decidido quedarse en su casa. No obstante, dicho esto, el agua caída aporta
enormes beneficios a nuestra agricultura por varios motivos. El primero y
fundamental es que desde marzo del año pasado no había caído prácticamente nada
de lluvia y aquí la dependencia del cielo es total para tener el acuífero
subterráneo disponible como en los últimos 75 años. A todo esto, hay que sumar
que el polvo del Sáhara nos había traído una calima que estaba haciendo
resucitar el fantasma del año pasado cuando miles de hectáreas de sandía y
melón se vieron afectadas por este polvillo del desierto que tanto dificultó la
polinización de estos cultivos. Este año, parece que esta lluvia ha sido un
lavado profundo para que esa enorme masa de tierra en suspensión baje al suelo
y los insectos y la luz lleguen a las flores como es debido para una buena
cosecha en estos dos cultivos.
Por
otra parte y desde el punto de vista de la salud, era necesario un barrido
atmosférico para que volviéramos a respirar aire y no una amalgama de
partículas que estaban flotando en el ambiente.
Así
las cosas, debemos agradecer la llegada de las precipitaciones aunque sea tarde
por todos los beneficios que nos aporta y por lo necesaria que es para este
campo.
Por
cierto, en los próximos días hablaremos en D-Cerca de un proyecto muy
interesante que se va a proponer a las administraciones para repoblar la Sierra
de Gádor con 100.000 árboles con el objetivo de frenar la desertización y sobre
todo crear masas forestales que atraigan la llegada de nubes que descarguen
agua. Parece un proyecto muy ambicioso que de conseguirse puede aportar una
transformación total a todo el Poniente almeriense y puede convertirse en un
ejemplo de lucha contra el cambio climático. A ver si en esto nos ponemos de
acuerdo y somos capaces de hacer algo en beneficio de nosotros mismos.
¡Feliz Semana
Santa!
José Antonio Gutiérrez