A todo esto, hay que añadir que de un tiempo a esta parte se han
incorporado una verdadera flota de patinetes eléctricos que favorecen el
traslado de miles de trabajadores por estas vías escasas de luz y visibilidad.
Nadie piensa que va a ser víctima de un accidente de tráfico, pero la realidad
nos hace ver que lo que pensamos y lo que realmente sucede no coincide.
La pasada semana conocimos el fatal desenlace en uno de estos cruces
rurales en el que perdían la vida dos mujeres jóvenes al impactar dos
vehículos, uno de los dos no hizo la obligatoria parada en el stop
correspondiente y se desencadenó el siniestro con ese lamentable resultado de
dos fallecimientos. El lugar del accidente ya mostraba signos de otros
percances con el resultado de muerte también.
Todas estas vías antiguamente eras usadas de forma esporádica por los
agricultores que hacían sus fincas en el extrarradio de los núcleos de
población del Poniente almeriense, pero hoy toda la superficie de suelo
agrícola ha quedado cubierta por invernaderos y naves industriales de uso
agrícola y el deambular de coches es constante, lo cual se ha multiplicado de
forma espectacular la peligrosidad en cruces, vías con arcenes estrechos,
intersecciones escasamente señalizadas y con poca visibilidad y así un largo
etc.
Las cifras de siniestros son muy importantes y las de fallecidos y
heridos también. Estos caminos son un auténtico cepo para quienes no los
conocen. Los que habitualmente los transitan tienen memorizados los puntos más
o menos peligrosos, pero los que de forma poco habitual los transitan corren el
riesgo de verse sorprendidos por situaciones de mucho peligro y alto riesgo.
Las soluciones son muy necesarias porque no hay nada que tenga más valor
que una vida humana, pero a la vez muy complicadas al tratarse de cientos de
kilómetros de vías rurales donde deambulan furgonetas, camiones de gran y
mediano tonelaje, motocicletas e incluso tractores.
El usar a diario estas carreteras nos genera una confianza que se puede
convertir en una trampa mortal, porque el uso continuado no nos libera del
peligro que encierra cada cruce, cada curva o la falta de un arcén debidamente
señalizado. Es cierto que es necesario mucho dinero para dotar de seguridad a
estas vías y posiblemente no hay posibilidad alguna de tener todos los agentes
de la Guardia Civil necesarios para vigilar con más intensidad el cumplimiento
de las normas de circulación, pero lo peor de todo es asumir que el riesgo hay
que correrlo sin más.
Es urgente tomar medidas, plantear soluciones en lugares conflictivos,
medir la siniestralidad, posiblemente cambiar algunos cruces por rotondas y, en
definitiva, estudiar las posibilidades de mejorar la seguridad, de lo contrario
estaremos engrosando las páginas de sucesos de los periódicos con desastres
como el de la semana pasada en el que perdían la vida dos mujeres jóvenes,
seguramente por un despiste provocado por la confianza o el desconocimiento.
José Antonio Gutiérrez