El chalet del basurero

El chalet del basurero

El pasado fin de semana tuve la oportunidad de cenar con amigos en una de las urbanizaciones privadas de Almerimar. En un momento de la noche uno de los comensales me llamó la atención sobre un chalet de importantes dimensiones y que estaba decorado con luces exteriores de estilo propio llamando considerablemente la atención

A la pregunta “¿De quién es?” me contestaron que pertenecía a un agricultor que descargaba la basura de su invernadero en solares de otros hasta que unas cámaras de seguridad lo captaron y tuvo que limpiar los desechos que había amontonado en el recodo de un camino con tal gracia que incluso, a parte de contaminar, también impedía el tránsito por semejante vía.

Lo sucedido después fue aún más dramático que el vertido de la basura, puesto que la grabación fue puesta a disposición de las autoridades municipales y la recomendación del concejal de turno no pudo ser más desafortunada, por no decir otra cosa. Le recomendaron al agricultor afectado que borrara las imágenes “por su bien”. Meses después, el mencionado edil tuvo que abandonar el equipo de gobierno por otras actuaciones similares que le dejaban en entredicho y no le permitieron más fechorías.

Los que conocen esta historia dicen que “el chalet se lo ha comprado con el dinero que se ha ahorrado de pagar el reciclado de la basura que genera con su explotación”.

Este tipo de cosas no deben suceder y menos aún quedar impunes como si nada hubiera pasado. Es evidente que el autor de semejante obra tiene recursos suficientes para pagar la multa correspondiente por perjudicar el medio ambiente, a la agricultura de Almería, dañar la imagen de un negocio del que viven tantas personas y dar pie a que vengan televisiones de otros lugares de Europa a demostrar la contaminación que tiene el campo almeriense por el uso indiscriminado de elementos que esparcidos en la naturaleza pueden resultar contaminantes.

Hubiera sido mucho mejor que mis amigos me hubieran contado la sanción que tenía que haber pagado este individuo y no mostrarme su chalet como si realmente se lo hubiera ganado.

Acciones de esta naturaleza nos hacen daño a todos. Es cierto que tenemos algunos “salvajes” entre nosotros que se creen capaces de cualquier cosa en la impunidad de la noche, pero es evidente que una vez que las cámaras lo captaron, esta historia le acompañará a todos los sitios donde vaya y saldrá cuando menos se lo espere. El ‘rum, rum’ sigue sonando mientras el basurero cree que disfruta de un hermoso chalet que llama la atención.

No estaría mal que estos desaprensivos se encontraran con la horma de su zapato y a alguno de ellos le cayera una multa sobradamente considerable y que todo el pueblo se enterase para que, cuanto menos, le diera vergüenza salir a la calle y no lucir los euros ahorrados en un gesto tan deplorable como tirar la basura de su invernadero en el recodo de un camino perjudicando a los vecinos, a los que pasan por esa vía y al campo entero que tiene que soportar una imagen cruel por ‘cerdos’ de esta calaña.



José Antonio Gutiérrez