Conocer
los pormenores del tiempo es en una de las exigencias básica del día a día de
cualquiera de nosotros para evitar vernos sorprendidos por situaciones a las
que no estamos acostumbrados y mucho menos preparados. Para muestra un botón,
solo hay que recordar lo que pasó hace una semana cuando la mortífera DANA
empezó a descargar bolas de granizo jamás vistas antes en El Ejido.
Miles
de vecinos corriendo a salvar los coches de esos bolazos que hacían sonar las
lunas al quebrarse al mismo ritmo que golpeaban las chapas de aquellos
vehículos que no tenían la suerte de tener un aparcamiento bajo techo. Hay que dar gracias que por la hora en la que
sucedió ya había muchos ciudadanos que habían guardado el coche hasta el día
siguiente y se libraron del ser parte del macabro espectáculo que se emitía en
redes sociales a golpe de vídeo.
El
cambio climático nos obliga, nos impone y nos somete a estar pendientes del
cielo. Los otoños se han vuelto muy peligrosos para los que vivimos cerca del Mediterráneo
y mucho más si hemos padecido un verano con temperaturas abrasadoras. Cuando se
sufren los rigores al alza del termómetro solo nos queda esperar el estruendo
de una DANA y a ver si tenemos suerte de que no nos cae encima.
Todos
los años en la última década hemos padecido la ferocidad de la lluvia tras el
verano. Unas veces en Almería, otras en Murcia, este año ha tocado en Valencia
y en otras ocasiones han sido las Baleares o Cataluña. El cambio climático es
una realidad que tenemos que afrontar. Toda el agua que no cae de forma
continuada y de manera moderada, lo hace en tromba haciendo daño y, en
ocasiones, apenas se puede aprovechar. Estamos en una zona muy vulnerable ante
las inclemencias del tiempo. La orografía de todo el Poniente nos hace pensar
que estamos expuestos a que grandes tormentas nos sorprendan. Tenemos a las
espaldas la Sierra de Gádor con 36.000 hectáreas en la cara sur y con una
altura máxima de 2.000 metros de altitud sobre el nivel del mar con una enorme
capacidad de lanzar agua al Poniente almeriense donde se asientan todos los
invernaderos y poblaciones que componen esta comarca. Sin ánimo de asustar a
nadie sí cabe pensar que entre las precauciones establecidas en nuestra vida
cotidiana habría que incluir los dramáticos efectos de una improvisada DANA una
vez ha concluido el verano.
No
estaría de más tener los seguros de los invernaderos al día, el cauce de las
ramblas limpio, las redes de pluviales listas y previstas para absorber cuanta
más agua mejor y así un sinfín de detalles que pueden que hagan más llevadera
esa enorme avenida de agua que está por venir, no sabemos cuándo, pero en
cualquier momento se puede presentar.
Es por
todo ello que creo que el ‘Tiempo’ en la tele, como todos lo conocemos se va a
convertir en un programa estrella con un “share” muy alto en el futuro. Ya es
un espacio muy seguido por todos, al igual que la aplicación que tenemos en el
smartphone, pero les aseguro que en el futuro le vamos a prestar mucha más
atención aún.
José Antonio Gutiérrez