La sanidad pública se ha convertido en un quebradero de cabeza para el Gobierno
de Juanma Moreno. Los cambios que se han producido en el Hospital de
Poniente han generado una gran cantidad de críticas empezando por los propios
trabajadores del recinto hospitalario y continuando por la oposición que acusa
a los populares de estar desmantelando la sanidad pública andaluza. Por
otra parte, hay que recordar que continúan las obras del hospital de
Roquetas de Mar que seguramente va a ser un empuje importantísimo para que los
ciudadanos de esta comarca tengan mejor atendida su salud. No obstante,
hay que recordar que en los hospitales de Almería hay una sobresaturación de
pacientes que viene dada por la gran cantidad de personas que llegan a nuestras
costas año tras año y que no son objeto de registro por parte de las
autoridades.
En otro orden de cosas, está pendiente el control de la migración.
Aquí se produce una situación contradictoria porque las personas que llegan de
fuera son fundamentales para mantener el trabajo en el sector agrario
almeriense, pero su situación vital no es la más adecuada para personas que
dejan atrás su tierra de origen y tienen que adaptarse a las nuevas costumbres
y cultura del lugar de destino. Es una cuestión complicada y en el poniente
almeriense todavía más por la gran cantidad de personas llegadas de otros
lugares que tienen que integrarse en un entorno, para ellos, desconocido.
Otro asunto de especial relevancia es la falta de vivienda para las
clases medias y bajas. Vemos los parques públicos llenos de niños, hijos
de aquellos que llegaron desde otros lugares buscando trabajo en la agricultura
de Almería. A poco que nos fijemos advertimos que estas familias,
especialmente las árabes, suelen ser numerosas, sin embargo, echando un
vistazo al entorno no percibimos grúas de obra que estén levantando nuevos
edificios para poder albergar a todos estos jóvenes que en un futuro van a necesitar
una vivienda distinta a la de su padre. Es un problema que acecha a la vuelta
de la esquina.
Por último, quiero hacer referencia a otro asunto que es menos
evaluable. Me refiero a la posibilidad de sufrir una DANA de
consecuencias incalculables por la orografía del suelo en el Poniente
almeriense. La posibilidad de que caigan 600 litros de agua en horas está
más que demostrado por lo que ha sucedido en Valencia y en otros puntos de la
geografía española. No queda más remedio que plantearse una tormenta de
semejantes dimensiones en nuestro entorno, ojalá no pase, pero eso
en manos humanas no está.
La Sierra de Gádor tiene ochenta y seis mil hectáreas y de ellas treinta
y seis mil dan a la cara sur donde están todas las poblaciones del Poniente
almeriense. Una DANA que descargue en este perfil de la montaña puede
ocasionar un auténtico desastre. Quizá es el momento de plantearse si las
medidas de evacuación de grandes cantidades de agua son las correctas en este
momento. Hay que recordar que la geografía local está muy marcada por
múltiples ramblas que tienen la labor de conducir este agua entre invernaderos
hasta zonas bajas del Poniente almeriense. Ya sé que es un tema molesto,
pero está ahí. Sabemos por lo sucedido los últimos años que el mes de
octubre viene cargado de incertidumbre después de esos veranos calurosos con
temperatura de récord. No estaría de más repasar todas las medidas que
nos aportan más seguridad ante fuertes avenidas de agua que en parte están
provocadas porque el suelo en el poniente almeriense no absorbe agua en su
justa medida al estar cubiertas por plástico.
Dicho todo esto, solo me queda desearles un feliz año y que estos temas
pendientes tengan la mejor de las soluciones para bien de todos.
José Antonio Gutiérrez