"En los años de antes no había agua potable y, eso, era un agobio"


D-CERCA entrevista esta semana a Encarnación Puga, una mujer jubilada y expeluquera, que desvela anécdotas personales y curiosidades de su vida, así como su opinión acerca de los jóvenes de hoy en día.

Pregunta.- ¿Dónde nació, cómo fue su infancia?

Respuesta.- Nací en 1938 en Capileira, una localidad de la alpujarra granadina. Mi parto fue en una casa, porque en aquellos tiempos era como se hacía. Mi madre recibió la ayuda de una mujer, como si se tratara de una matrona, pero realmente no era médico ni nada. Me tuvo a mí, a mis dos hermanas y a mi hermano, y gracias a dios vivimos todos a día de hoy. Viví en un pueblo que había a dos kilómetros de Capileira, donde habían 600 habitantes apenas. Mi infancia fue bonita, recuerdo que a los seis años iba a la escuela, donde nos enseñaban de todo. Eran colegios femeninos y masculinos, no mixtos. Allí aprendíamos las cosas de la escuela y también labores, tres horas por la mañana y dos por la tarde. Hacíamos vainicas, incrustación, puntas de galleta, los viernes, durante la Cuaresma, rezábamos el rosario por la tarde e íbamos a misa todos los domingos. 

P.- Actualmente, ¿dónde vive?
R.- Vivo en El Ejido desde hace un año con mi hija porque me puse un poco mala. Antes venía muchas veces y me volvía a Capileira, hasta que decidí mudarme con ella. Tengo mi casa en mi pueblo, allí tenemos un hostal alpujarreño muy bonito y completo desde hace 20 años, el cual lleva mi hijo y mi nuera. Aunque me gustan ambos pueblos, ahora mismo estoy muy a gusto aquí. 

P.- ¿Hay algo en concreto que le haya convertido en la persona que es?
R.- Sí, todo lo que me enseñaron mis padres, el estudiar y trabajar mucho, me han transformado en lo que hoy en día soy. Pienso que todo lo que aprendas es bueno para cada uno. Toda persona que se dedica a dar una clase es porque sabe y siempre si te acercas al que sabe, aprendes. Además de esto, tengo que decir que me casé de joven con el primer novio que tuve, y he estado a gusto. Tuve un hijo y una hija, siendo feliz, trabajando mucho, y porque mi marido me quería mucho, me trataba bien y estaba contenta. 

P.- ¿A qué decidió dedicarse?
R.- Cuando terminé la escuela me fui a una escuela a aprender el oficio de peluquera. Mis padres querían que me fuera a estudiar a Granada, pero yo dije que no, las matemáticas no eran para mí y lo que realmente me gustaba era la peluquería. Así que me formé y luego trabajé muchos años de eso, porque a mí siempre me ha gustado peinar a los demás y no hubiera elegido otro trabajo. 

P.- ¿Ha cumplido sus metas a lo largo de los años o le queda alguna?
R.- La verdad es que me da coraje no haberme sacado el carnet de conducir en su momento. Mi marido y mis hijos, todo el que iba creciendo se lo iba sacando, y yo no me lo pude sacar porque tenía mucho trabajo. Me aprendí el libro, pero luego, a las clases no pude ir ni nada. Así que esa es la meta que me quedó por cumplir. Ya no me voy a sacar el carnet, tengo una edad, y tampoco me hace falta, porque siempre me llevan y me traen de todos lados. 

P.- A día de hoy, ¿considera que el respeto hacia los mayores ha cambiado a mejor o a peor?
R.- Tengo tres nietos, dos niños y una niña. De los míos no tengo queja, son educados, buenos y me tratan muy bien. Es locura lo que tengo por ellos, los quiero mucho. Pero en lo referente a otros muchachos y muchachas, bajo mi punto de vista, tienen mucha libertad en ciertas cosas que yo no comparto. 

P.- ¿Qué aficiones ocupan su tiempo actualmente?
R.- Voy al Club de la Tercera Edad de Santo Domingo a bailar, aunque realmente no he aprendido del todo. Pero tengo que ir porque el médico dice que es bueno para mi salud y tengo que moverme. También hago encaje de bolillo allí en el club con las demás compañeras. Lo hacía cuando era pequeña, pero cuando me puse mala pues no lograba entender bien, pero poco a poco gracias a la profesora que nos enseña voy retomando esa agilidad y capacidad. Tiene mucha paciencia y es muy buena. 

P.- ¿Hay alguna curiosidad de la época de antes que quiera compartir con los lectores de D-CERCA?
R.- Sí, claro que sí. En los años de antes no había agua potable y, eso, era un agobio. El agua era fundamental, sobre todo para lavar la ropa, no como hoy que tienes lavadora y secadora y es una auténtica comodidad. Pusieron el agua cuando tenía 22 años, o sea, que  hasta esa edad, había que lavar a mano y era todo muy trabajoso. También me gustaría compartir con los lectores el parto de mi hijo, porque fue muy peculiar. Lo tuve en Capileira. Ese día habían unas fuertes tormentas y los coches no podían circular. No era como ahora que el helicóptero acude al lugar y te auxilia para realizar el parto en el Hospital o con los medios necesarios. 

P.- Por último, ¿si pudiera aportar algo a la sociedad, a los jóvenes en general, qué sería?
R.- Actualmente, las niñas viven en un peligro constante, porque esa libertad y amistad que los padres les están dando, ya ha ocasionado problemas. Así que lo único que digo es que estudien, que cuiden el amor, porque hoy no se aguanta nada, los valores que había antes se han ido perdiendo. A una mujer hay que tratarla bien y no hacerle cosas malas, y a un hombre lo mismo.





Andrea Salvatierra