El cuerpo sin vida de Emilio Berenguela López ha sido encontrado en el núcleo ejidense de San Agustín, cerca de donde apareció su vehículo. Lo confirma a los medios su hermano Francisco Javier, que en este tiempo ha ejercido como portavoz de la familia. 

"Quiero daros las gracias a todos y cada uno de vosotros por vuestro apoyo, preocupación y ayuda. Son momentos de muchísimo dolor para todos nosotros", declara en su comunicado. "Que Dios acoja a mi hermano en sus brazos y lo tenga en su gloria". 

Mañana, 19 de abril, se le realizará la autopsia. No han trascendido más datos relativos a la causa de su muerte. 

Desvanecido

El pasado 3 de abril, Emilio Berenguel, de 54 años y vecino del barrio capitolino de La Cañada de San Urbano, le dejó el almuerzo preparado en la mesa a su hijo pequeño antes de salir de casa. Según se ha podido comprobar por los movimientos de su tarjeta de crédito, pasó por una cafetería de Roquetas de Mar. Su siguiente paso conocido fue dirigirse municipio de La Mojonera, donde entró en un bar en el que consumió dos cervezas sin alcohol con sus tapas. A partir de ahí, su rastro se desvanece. 

Dos días después, su coche, un Fiat Punto color burdeos, apareció en una zona entre fincas de San Agustín, sin rastro de su propietario. En los días posteriores a su desaparición, familiares y autoridades organizaron varias batidas de búsqueda para localizarlo. En ellas participaron numerosos voluntarios y agentes de Protección Civil, Seprona y Guardia Civil, incluyendo perros de rastreo y un helicóptero, pero los esfuerzos no dieron ningún fruto. 

En el rastreo también se implicaron los miembros del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS), que se sumergieron en las balsas del entorno del parque de Punta Entina-Sabinar. A estos se sumó el equipo de drones de la Guardia Civil, que sobrevolaron la zona de San Agustín.

Un hombre "humilde y hogareño"    

Su hermano, Francisco Javier, trasladaba a D-CERCA los interrogantes que genera este caso. Para empezar, porque Emilio no solía ir esta zona de la provincia. No tenía motivos, ni familiares o amistades a las que visitar.    

También desechaba la teoría de un posible suicidio, ya que ese mismo día le aseguró a su hermana que acompañaría a su madre a la peluquería al siguiente. Además, hacía sólo unos meses que Emilio era abuelo. “Está encantado con su nietecito”, aseguraba en ese momento Francisco Javier, lo que cuadra con su descripción de hombre “humilde y hogareño” que da su hermano, quien también asegura que “en el trabajo estaba a gusto, como siempre”. “Su rutina era muy sencilla, de la faena a casa”.        

Sin embargo, tras este triste desenlace, cualquier posibilidad debe ser tenida en cuenta por los investigadores. 

Francisco Lirola