La foca Carmela se clava un anzuelo en su paso por Poniente y los expertos avisan: "Que nadie intente quitárselo"

La foca Carmela se clava un anzuelo en su paso por Poniente y los expertos avisan: "Que nadie intente quitárselo"

El animal ha ganado una gran notoriedad tras recorrer la costa andaluza y buena parte de la de la Península Ibérica 

La foca Carmela, el pinípedo más famoso de Andalucía que hace solo unos días hizo parada por varias localidades del Poniente almeriense, se ha llevado un desagradable souvenir de su paso por nuestra tierra: un anzuelo clavado en la boca.

Así se lo ha confirmado la Guardia Civil a la asociación protectora de cetáceos y tortugas marinas Equinac, que advierten a bañistas, buceadores, embarcaciones o cualquier persona que pueda cruzarse con ella que "nadie intente quitárselo". 

Según explican los animalistas, tanto los expertos del Ministerio de Transición Ecológica como los de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariño (Cemma) han valorado que de momento no es necesaria una intervención. "La herida no le impide alimentarse, no hay signos de inflamación ni infección, y, con toda probabilidad, ella misma al arrancar se podrá soltárselo o se le caerá solo". 

Desde Equinac apuntan que si alguien trata de hacerlo "podrá producir un desgarro y una herida que se infecte y se ocasione una septicemia", además de que el animal posee una potente mordida. "La mordedura de una foca es peligrosa, no es un perrito, es un animal salvaje".

Cabe señalar que Carmela está siendo monitorizada en todo momento desde tierra, mar y aire.


La historia de Carmela

Carmela, la foca gris, ha pasado los últimos meses recorriendo el litoral andaluz, comenzando por Huelva y pasando por Cádiz, Málaga y, por último, el Poniente de Almería.

Pero su periplo marinero va mucho más allá. Como explica para D-CERCA Alfredo López, biólogo del Cemma, Carmela tomó tierra en el litoral gallego el año 2024, proveniente de alguna de las colonias de cría de estos pinípedos en Inglaterra, Bretaña o Irlanda. Este último es su origen más probable, ya que los ejemplares de esta especie, cuando deciden dispersarse, nadan en línea recta en dirección al sur.

Pero esto es lo único normal en Carmela. U Oza, como la conocieron los gallegos, debido a su larga estancia en el puerto de la ciudad de A Coruña, del que recibió su primer nombre. "En cada puerto le ponen uno diferente", declara López entre risas.

Como cuenta, suelen ser los ejemplares machos juveniles los que tienden a dispersarse de su grupo cuando alcanzan cierta edad, cuando llegan nuevas crías pequeñas que requieren más atención, se separan de su madre y deciden salir a buscar un espacio propio antes de volver. Eso es lo usual, pero hay excepciones. "Algunos se alimentan mal o tienen problemas de salud  como heridas, en ese caso los recogemos", afirma el biólogo, "los casos de adultos son más raros, suelen ser ejemplares desahuciados que se apartan de sus colonias a morir y se van lo más lejos posible, como su fuera el cementerio de elefantes". Pero Carmela no es normal.

En ella no han detectado ningún problema o enfermedad que le impida volver a su lugar de origen, es una hembra sana de entre unos 150 y 200 kilos totalmente sana. "No tiene interés ninguno en volver", opina López, "puede que pasara por una mala experiencia, no sabemos el motivo, pero va en dirección contraria" a todas las demás focas grises. 


Francisco Lirola

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