Ver una corrida de toros en los
festejos de Santa Ana tiene una carga emocional muy definitoria de lo que es la
defensa de la Fiesta Nacional de la Tauromaquia como ejemplo de
españolidad. La bandera de España en el centro del ruedo, los acordes del
himno nacional, el respeto a la autoridad y la puntualidad del inicio del
festejo.
La celebración de la fiesta de
los toros se ha mantenido firme en Roquetas de Mar muy a pesar de las presiones
que han venido ejerciendo los antitaurinos, no obstante, en los últimos tiempos
se han intentado atacar todos aquellos símbolos que reforzaban la imagen de lo
español y, muy posiblemente con el argumento del maltrato animal, la fiesta de
los toros ha sido uno de los elementos básicos de esa denostada lucha contra lo
español.
Por otra parte, resulta cuanto
menos llamativo que la fiesta de los toros en determinados sitios del país es
verdaderamente intocable. Es más, se convierten en un emblema de lo que
es España y de la visión que se ofrece de nuestro país hacia el exterior.
La mayor prueba del uso de los toros como reclamo turístico son las fiestas de
San Fermín que tienen lugar estos días en Pamplona. A ninguna formación
política con cierto prestigio se le ocurre levantar la voz en contra de la
celebración pamplonica. Hasta la televisión pública española retransmite
los encierros pamploneses a diario a pesar del estrés al que se someten a los
animales rodeados de miles de personas gritándoles. Aun así, miles y miles de
personas defienden los encierros y la posterior fiesta de la corrida de toros
con motivo del patrón de Pamplona.
Con toda la “guerra” que se puso
en marcha en su momento contra la tauromaquia se ha podido ver que detrás de
todo lo que se ha dicho hay un mundo bastante vacío de ideas para simplemente
denostar la imagen de algunos de los símbolos que han caracterizado siempre a
España. La lógica no se aplica en la defensa de este animal porque todos
sabemos que si el toro bravo no se lidia y muere en la plaza nadie se va a
preocupar de la evolución de este animal, de su crianza y del cuidado del mismo,
simplemente porque para conseguir carne de vacuno hay otras especies que la
ofrecen de mayor calidad y son mucho más rentables para sus ganaderos.
Con la batalla contra la
tauromaquia está pasando algo parecido a lo que estamos viendo ahora sobre la
prostitución. Hemos visto cómo políticos que están apoyando la abolición
de esta práctica sexual tienen junto al documento que desarrolla esa ley el
catálogo de prostitutas de alto standing que van a contratar después de la
sesión, puro postureo.
Todos los que conocemos a Gabriel
Amat y sabemos su determinación a la hora de tomar decisiones, mucho nos
tememos que mientras este alcalde siga presidiendo el ayuntamiento roquetero,
los toros serán un emblema de España en la Plaza de Los Bajos para gozo y
disfrute de los aficionados taurinos.
D-CERCA